Carlo Ancelotti nació el 10 de junio de 1959 en Reggiolo, un municipio italiano de la provincia de Reggio Emilia, en la región de Emilia-Romaña.  Exfutbolista (Parma, Roma y Milán, donde formaría parte de uno de los mejores equipos de fútbol de la historia a las órdenes de Arrigo Sacchi) y actual entrenador del Real Madrid, también dirigió al Parma, a la Juventus, al Milán, al Chelsea, al PSG, al Bayern de Múnich, al Napoli y al Everton. Esta es su segunda etapa en el club blanco.

Reconoce en su padre a un hombre muy tranquilo, muy equilibrado. Trabajaba en el campo, produciendo leche, para la elaboración de quesos. También se reconoce en Cesare Maldini y Nils Liedholm como entrenadores muy tranquilos, muy calmos en la gestión del vestuario. Nunca se enfadaban, recuerda Carletto. Dejaban mucha responsabilidad, dentro del campo, a los jugadores. Este tipo de experiencias formaron su carácter como persona y como gestor de equipos, donde el ego, convive a diario.

Cuando inició sus andaduras como jugador de fútbol, Parma fue su primer destino y con la peculiaridad que estuvo cuatro años en un colegio salesiano. Normas estrictas que forjaron cierta disciplina que en casa no tenía; estaba muy arropado por su abuela y su madre (que no quería saber nada de que fuera jugador). Esto le permitió aprender a ser responsable. Había rutinas y horarios que seguir. Era una vida estricta. Un mundo nuevo pero que, también, formaría su personalidad.

En la comparación con entrenadores “obsesivos” como Guardiola, Simeone o Mourinho, Ancelotti, que se reconoce un apasionado del fútbol, entiende su gestión desde la sencillez. No lo ve como algo complicado; para él, es simple. La estrategia debe ser simple. Atacar es creatividad. Defender es organización. La organización no requiere de especialistas, sino de conseguir y lograr ejecutar unas tareas sin complicarse. La creatividad no sabe de seguir normas; el talento debe ser libre.

¿Cómo afecta la psicología en el juego? Carletto le da mucha credibilidad. Dentro del campo, el jugador, cuando su equipo va ganando dos a cero, “sabe” que está en ventaja y esto, mal gestionado, es un factor determinante. Ante un gol adversario, aparecen los miedos, los fantasmas. ¿Y si nos empatan? Todo lo que era seguridad, en segundos puede derivar en falta de confianza colectiva. El aspecto emocional es muy importante. El peso de la emoción necesita de confianza ante la presión del contexto.

Exigirle al profesional y respetar a la persona. Vuelve el recuerdo de su padre y el trabajo en el campo; su abuela y su madre. Los valores familiares versus la profesionalidad y la competitividad del deporte rey. Equilibrios que hay que saber gestionar. Sabiendo que las personas estamos destinadas a equivocarnos, cuando nos encontramos ante un escenario con mucha presión y nos sabemos observados, ¿buscamos evitar errores o alcanzar la excelencia? ¿Cuál es la motivación principal, entonces?

Tomando como ejemplo la vida personal y profesional de Carlo Ancelotti, surgen planteos que bien podríamos trasladar al ámbito laboral, sea este el que sea. ¿Tenemos en cuenta la opinión, expectativas, frustraciones y/o miedos de nuestros colaboradores o dirigidos? ¿Hablamos abiertamente sobre los cambios esperados por ellos? ¿Les hacemos participes sobre por qué creen que lo que no funciona, no lo hace? El liderazgo tranquilo (con sus sobresaltos) también es una respuesta a la búsqueda de la excelencia.

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