El camino de la normalización no siempre se realiza como esperamos. Hay expectativas, luchas de intereses, culturas que revisar, conductas que modificar, hábitos que aprender a controlar. Vivimos una era sin precedentes para muchos avances sociales y, uno por excelencia, es el del postergado protagonismo de la mujer. He tenido la enorme vivencia y experiencia de vincularme y trabajar, desde muy temprana edad, con mujeres. He mamado la igualdad sin imposiciones. Sé también que no ha sido la norma.

Define la R.A.E., en su primera acepción, normalizar como “regularizar o poner en orden lo que no lo estaba”. Los cambios se hacen a través de la educación generacional. ¿Las leyes ayudan? Por supuesto pero si no educamos en valores, una y otra vez, la historia nos ha enseñado que hay personas que nunca entenderán de leyes. Esto es diario. Es abrazar una lucha que nos implica a todos. No hay excepciones. Sabiendo que somos diferentes pero que, a la hora de hablar de igualdades, somos todos responsables.

Este pasado domingo 20 de agosto, las chicas de la Selección Española de Fútbol han entrado en la historia grande, no sólo del deporte rey. Qué duda cabe que muchas otras mujeres, en otras disciplinas, han hecho, hacen y harán historia. Ocurre que por su masividad, el fútbol multiplica por cientos los éxitos y fracasos. Las chicas han multiplicado un éxito que ya no será ajeno a nadie. Hasta este mundial, miraba de reojo al equipo femenino pero reconozco (mea culpa incluido) que me han enganchado.

Por juego, por convicción, por sacrificio, por comportamiento, por ambición. Nadie como ellas saben lo que les ha costado este título mundial. Sólo ellas conocen el esfuerzo realizado. ¡Cuánto tiene que aprender y mejorar el fútbol masculino del femenino! Salvo las lógicas diferencias, el resto es para revisarlo. Es una realidad que, en el mundo profesional, cada puesto, deporte, arte u oficio, reciben una compensación en función de lo que se genera. Pedir igualdad en esto no es razonable.

Alexia Putellas gana lo que gana por lo que genera en todo concepto. Hay otras jugadoras que, jugando al mismo deporte y en una misma liga competitiva, nunca ganarán lo que ella u otra super clase. El mundo profesional se maneja así. Todo lo que sea intervenir, regular en ello, desvirtúa la realidad. Y no nos hagamos trampas al solitario: esto no tiene nada que ver con la igualdad. Esto, no. Las chicas han puesto y “visualizado” algo que es mucho más fuerte y potente.

Las chicas de la Selección nos han reforzado que hay que seguir derrumbando muros. Que hay que continuar. Este ha sido un enorme paso pero hay mucho por seguir normalizando y nos atañe a todos. Hablamos de la libertad individual de las personas; hombres y mujeres. Esta es la verdadera igualdad: la libertad de expresión, de pensar, de hacer, de ser, de sentir; de respetar y ser respetados. De ningún tipo de intromisión paternalista en la vida de las personas. Las chicas, hoy, han dado otro paso gigante.

Ha sido muy importante también la presencia, apoyo y participación tan activa de la Reina Letizia y su hija, la Infanta Sofía. Protocolos fuera, han demostrado cercanía, sin demasiado protagonismo y enviar un mensaje claro: las instituciones (más allá de los políticos oportunistas) pueden estar perfectamente representadas por ellas y no pasa nada; eso es normalizar las cosas. Con la naturalidad que hemos visto en los festejos; sin leyes que impongan qué se debe hacer y qué no. Lo demás, es oportunismo. Sobra.

Si nos vamos del elitismo del fútbol, quiero recurrir a alguien a quien admiro en lo personal y profesional. Mónica Mendoza es formadora y consultora especializada en ventas. En uno de sus tres libros que ha publicado (“Píldoras de motivación para comerciales y emprendedores”), nos cuenta, en la presentación, sobre sus duros inicios profesionales. En ella, el reflejo de muchísimas mujeres que, día a día, salen a comerse el mundo y luchan por dignificar su lugar en nuestras sociedades.

Es deber de todos continuar resaltando estos casos hasta que los normalicemos. Los hombres tenemos que contribuir a ello; sin miedos, sin dudas, sin fisuras. Esto permitirá sociedades más justas y libres; más educadas en valores. Menos manipuladas desde lo político; menos ideologizadas. Es un camino de compromiso; es un camino diario. Las mujeres anónimas necesitan estas gestas de las chicas del fútbol y otras que tienen mucha visibilidad para seguir avanzando, en serio, en la igualdad de oportunidades.

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