“El amor (caritas) siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre”. Benedicto XVI, nos introducía, en su carta encíclica Deus Caritas Est (domingo 25 de diciembre de 2005), sobre el amor cristiano. “Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo”. ¿Cómo nos puede ayudar la fe incluso desde el punto de vista intelectual? No cerrándonos a dogmatismos, a construir muros mentales.

En mi largo periplo como formador y consultor, la enorme “diversidad” a gestionar es un reto mayúsculo en un mundo cada vez más complejo, incierto, ambiguo y volátil. Sea en ventas, atención al cliente o trabajando competencias profesionales, muchas personas me hablan de su fe para seguir adelante, para tener paciencia y saber sobrellevar el día a día. Cuando hablamos de inteligencia emocional, ésta conecta con cierta espiritualidad. Cuando hablamos de trabajar todos estos conceptos, ¿creemos acaso que todas las personas en una empresa son entes sin más que no tienen emociones? Muchos, también tienen fe. Creen en su Dios. Este profesar abriga una conducta, unos valores, una ética. Cuando hablamos de religiones, no todo es oscuro.

Este pasado sábado 31 de diciembre de 2022, con la muerte de Joseph Aloisius Raztinger (sábado 16 de abril de 1927), no sólo pierde la Iglesia Católica a uno de sus mayores referentes; su pensamiento crítico, su intelectualidad también nos llega a quienes buscamos equilibrios en nombre de madurar ideas con un eterno destino de ignorancia perpetua que necesitamos abrir paso para encontrar respuestas a una vida en continua evolución. La fe y la ciencia nos ayudan y Benedicto XVI no esquivó temas sensibles. La fe (el respeto, el amor en sí mismo) también puede estar en la empatía cuando referenciamos que hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la cual, cada persona, es como es. Hay que pensar eso antes de juzgar a nadie.

“El Estado que quiere proveer a todo, que absorbe todo en sí mismo, se convierte en definitiva en una instancia burocrática que no puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido (cualquier ser humano) necesita: una entrañable atención personal. Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres necesitados de auxilio. La Iglesia es una de estas fuerzas vivas: en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo. Este amor no brinda a los hombres sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, una ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material”.

El legado que deja Ratzinger (una fuerte mención a la libertad individual de elección, entre otras cosas) nos aporta luz también para miles de personas que, en su día a día personal y profesional, necesitan consuelo, compresión, meditación. Nos hacemos un flaco favor como sociedad si no comprendemos que la fe y la razón pueden ir de la mano para ayudar a las personas en tiempos complejos. En mi temprana juventud, una novia que tuve, me regaló un libro que me abrió la mente: “¿En qué creen los que no creen?”, un diálogo sobre ética entre el filósofo italiano Umberto Eco (1932-2016) y entonces Obispo de Milán, Carlo Maria Martini (1927-2012). Este intercambio epistolar, lleno de respeto mutuo y comprensión, debe hacernos reflexionar, al igual que nos mostrara el camino Benedicto XVI, como los valores del hombre moderno no pueden estar limitados según creencias que, así como las ideologías, no hacen más que enfrentarnos (en todos los órdenes de la vida) en estériles demostraciones de nuestro ego más rancio, caduco y gris. En el amor y el respeto está la respuesta.

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