Confianza y compromiso. Dos valores intrínsecos y capitales de la persona. Cuando hay confianza creo en la otra persona. Cuando hay compromiso genero sinergias. Palabras muy potentes que, aplicadas en nosotros mismos, fomentan, a través de la autoconciencia, una conducta de vida. Cuando soy generador de confianza y compromiso, mis vínculos son más sanos, de más calidad. Las relaciones humanas entran en otra dimensión y ello promueve mejores experiencias.

Si esto lo trasladamos a lo profesional, nuestro cuerpo y mente sufren menos. La orientación al logro, a unos objetivos para los que trabajamos pueden convertirse en una forma de encontrar nuevos alicientes que motiven a una experiencia laboral generadora de una mejor satisfacción. Ante situaciones de frustración, mi nueva actitud, visualiza un camino lleno de oportunidades. Como es mi actitud, como es mi pensamiento será mi realidad, no sólo profesional sino económica.

Si, como se atribuye a los antiguos romanos, hay que tener (según traducimos en nuestros días) una mente sana en un cuerpo sano, ¿qué estamos haciendo para tener una mejor calidad de vida? Esa calidad de vida tiene mucho que ver con cómo pensamos. Confiamos para creer. Nos comprometemos para vincularnos. Lo personal y lo profesional se fusionan para dar paso a relaciones laborales más proactivas y productivas. Es un enorme reto para los departamentos de Recursos Humanos.

¿Y si una empresa no tiene o no puede tener presupuesto para este departamento? Es responsabilidad de la dirección crear espacios propicios para el verdadero desarrollo de su capital humano. Sólo con sanos vínculos se progresa en lo económico. Hay que romper con los miedos. Hay que evolucionar en lo humano. Aquí es donde el liderazgo tiene mucho que decir. Los mejores líderes trabajan para encontrar un equilibrio para conseguir los resultados esperados teniendo en cuenta la cultura de la empresa.

Esta cultura no puede ser estática, fija, rancia, lejana. La cultura de una empresa se va formando día a día; por supuesto tiene que haber una base pero son las personas, los compromisos, la responsabilidad gerencial o los colaboradores (internos y externos) los que van modificando y/o adaptando dicha cultura. La confianza y compromiso son factores esenciales de quienes pretenden liderar y, por supuesto, se lidera desde el reconocimiento de los demás. No porque me lo proponga seré un gran líder.

Esa confianza y compromiso comienzan pidiendo feedback, opinión sobre cómo me estoy desarrollando como jefe o directivo. Y pedir feedback incluye hacer escucha activa y entablar una conversación. Donde el ego o el narcisismo no tienen cabida. Si pido opinión no es para ponerme a la defensiva y utilizar el manual de las perfectas excusas. Por supuesto no tenemos por qué estar de acuerdo con la visión de la otra persona pero, en la educación y el respeto por la otra opinión, se hace el compromiso.

Dentro del liderazgo, la confianza y el compromiso, podemos concluir, repercuten en el respeto que toda organización debe tener como pilar esencial en la orientación a las personas. Así se hace y se forja una cultura desde lo más básico y buscando la mejor calidad de vida profesional y personal. Tomar medidas y utilizar programas para ello siempre será bienvenido pero si no tenemos como propósito estos valores, el medio y largo plazo serán absorbidos por el cortoplacismo.

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