Franck López, vicepresidente para Europa del sur de UiPath, lo deja claro: «Estamos hablando de un salto en la eficiencia y productividad que no habíamos visto hasta ahora». ¿De qué habla? La empresa para la que trabaja quiere que tengamos uno o varios robots trabajando a nuestro lado, realizando las tareas más tediosas. Esta compañía (de origen rumano) quiere llenar nuestros ordenadores de robots de software. DHL Sevilla ya trabaja con «Manolito», quien automatiza el proceso de preparación de pedidos del sistema de gestión del almacén. El resultado es sencillo: más rapidez evitando fallos.
Supermercados móviles (sin personal), robots médicos o la creatividad dirigida por la inteligencia artificial son algunos de los ejemplos del impacto en los puestos de trabajo; de hecho, el texto predictivo del teclado de mi tablet, desde la que escribo este artículo, ya es presente y me ayuda en la redacción. No me gusta pero para las nuevas generaciones es lo normal. Y es que toda esta tecnología mira al futuro desde este presente que, en ocasiones, nos desborda. ¿En qué creo debe focalizarse RR.HH.? En un contrato social interno que cada organización ajustará a sus necesidades. Aquí estará el reto en la comunicación interna ya que todo lo que implique trabajar con robots deberá tener una acertada filosofía con las personas. Éstas, al final de cuentas, comunicarán externamente y, la robotización, puede afectar con comentarios negativos el desarrollo de una empresa. Todo tiene su proceso, claro está; por ello hay que acompañar a nuestros trabajadores en esta era híbrida.
Durante la revolución industrial hubo mucho tiempo para la adaptación. Claro que como no la vivimos, no podemos imaginar lo “forzosa” que tuvo que ser para sus protagonistas. Los libros de historia, psicología y sociología, así nos lo manifiestan. En esta otra «revolución» digital, sin embargo, la adaptación será mucho más rápida. Por lo tanto, la comunicación interna (en un papel cada vez más protagónico de RR.HH.), no sólo estará enfocada a «comunicar» casi de forma pasiva; tendrá que estar acompañada de acciones claras e inmediatas. No se trata de gestionar el cambio sin más. La inteligencia artificial le lleva un universo de ventaja a la inteligencia emocional. Por ello, RR.HH. deberá profundizar en una comunicación interna activa que fusione la I.A. con la I.E. (ya lo adelantó Daniel Goleman en su best-seller del mismo nombre) para trabajar con y para las personas con la eficacia de los robots.
La flexibilidad estará presente en un departamento que deberá transformarse de lo técnico a lo estratégico empresarial donde, me atrevo a «comprender», irá de la mano con la dirección ya no sólo siguiendo directrices, sino, incluso, marcándolas. Si tanto hablamos de personas y de ponerlas en el centro, o RR.HH. colidera las estrategias dentro de una organización o se verá abocado a tareas técnicas tediosas que no aportan valor. Una estrategia centrada (realmente) en las personas, nos llevaría a un cambio cultural en el que minimizaríamos los problemas de ansiedad, estrés, absentismo y otras tantas cuestiones de motivación intrínseca de nuestros empleados, logrando empresas comprometidas con los valores que hoy se pregonan y de los que aún estamos muy lejos de alcanzarlos.