Stephen Richards Covey (1932-2012) fue un polímata “moderno” que destacó, entre otras cosas, por haber escrito uno de los libros más populares, sobre todo en el mundo de la empresa, en lo que se podría considerar de autoayuda. Término que poco me gusta, Los siete hábitos de la genta altamente efectiva, ha vendido más de 25 millones de copias en 52 países. Según Covey, el liderazgo es “transmitir a las personas su valía y su potencial tan claramente que lleguen a inspirarse para verlo por sí mismas”.

He de reconocer que hay libros que tardo mucho en leer. Me está ocurriendo con ¡Cambia el barco de rumbo! de David Marquet. ¿Problema? Es tan endemoniadamente bueno que tengo que releerlo, subrayar, marcar, saco ideas, etc. Este Capitán retirado de la Marina de los EE.UU., ha transformado su historia real en una visión disruptiva de la gestión de personas; por lo menos para lo que estamos acostumbrados: “El liderazgo debería implicar delegar el control más que controlar”. ¿Quién se atreve?

Mientras 2023 deja atrás su noveno mes, la idea de crisis e incertidumbre está muy arraigada entre nosotros. Tanto que, la inmensa mayoría de las personas, o no es consciente o no se quiere enterar o, en última instancia, le da lo mismo que lo mismo le da. No hay que hacer juicios de valor. Cada uno lleva estos tiempos como mejor puede. Claro que hay un factor importante en nuestro caso y es que, quién gestiona personas, quién aspira al liderazgo, no se puede desentender tan fácilmente de todo esto.

Gestionar personas en una larga época de crisis desgasta a cualquiera. Si a esta situación se le suma un futuro más que incierto, ¿qué deberíamos hacer? Aparecen palabras como frustración, cuestionamiento a la autoridad o al liderazgo, rechazo a aplicar ideas disruptivas o evitar los conflictos. En estas ocasiones, la lucha es interna. El enemigo está ahí pero, en nuestro interior, aprendemos que los superhéroes están en los comics o en el cine. La humildad debe dar paso al aprendizaje continuo.

Cuando creemos saberlo o conocerlo todo, la realidad nos muestra su cara más tozuda; una realidad que hace que quiénes nos siguen estén esperando, con todo tipo de miradas, cuál es el camino; hacia dónde hay que ir. ¡Y esta es la piedra filosofal! Marquet nos da una primera pista: “En lugar de decirle a cada cual lo que necesitábamos que hiciera, les hacía preguntas acerca de cómo pensaban que debían afrontar un problema”. Y yo agrego, Pensamiento Crítico puro y duro. ¿Estamos preparados?

Cuando el ser humano llega a una determinada edad y tiene ciertas cosas “aseguradas” en su vida, cree (muchos de forma inconsciente) que ya lo sabe todo. Las nuevas generaciones, con todo a su alcance, gracias a la tecnología y todo lo que le cuelga y a una sensación de invulnerabilidad, que lo conocen y controlan todo. ¿Hay lugar para el aprendizaje? ¿Hay lugar para la proactividad? ¿Existe el sentido de responsabilidad? ¿Y el compromiso? ¿Existen sólo derechos? ¿Y los deberes?

Con datos económicos y sociales alarmantes, gestionar personas, hoy por hoy, se ha convertido en un máster presencial, en riguroso directo y sin redes de contención. La orientación a las personas es más importante que nunca. El trabajo de introspección del líder es crucial. Liderarse para liderar. Tomar decisiones y delegar responsabilidades. Practicar el pensamiento crítico con los equipos es una de las respuestas para cambiar el barco de rumbo según nos pese la complejidad y volatilidad de la tormenta.

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