Artículo escrito luego de la victoria de Rafa Nadal en el Abierto de Australia, el pasado domingo 30 de enero de 2022
¿Qué dicen los datos? Rafael Nadal Parera nació el tres de junio de 1986 en Manacor, Isla de Mallorca, Baleares (España). A día de hoy, tiene 35 años. Mide un metro y 85 centímetros. Este domingo 30 de enero ha ganado su segundo Abierto de Australia (2009 y 2022) donde, el público que asistió al Rod Laver Arena (Melbourne), fue testigo de la conquista también de su vigésimo primer Grand Slam (constituido por los cuatro mayores torneos oficiales de la Federación Internacional de Tenis: Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos). Con esta victoria, ante el ruso Daniil Medvedev por 2-6, 6-7, 6-4, 6-4 y 7-5, el español es el jugador con más “grandes” en la historia masculina de este deporte. Son datos.
A Roger Federer (20 Grand Slams), Novak Djokovic (20) y Rafa Nadal, los define una época irrepetible: la competitividad entre ellos ha ido haciendo mejor al otro durante algo más de una década. Con altos y con bajos pero han sabido mantenerse en el techo del tenis mundial. Cada uno con su personalidad, con su forma de jugar. Marcando una era mágica y maravillosa para quienes hemos jugado a este deporte y lo disfrutamos como aficionados. ¿Y ahora qué? Las emociones mandan disfrutando este presente.
Dice el tango aquello de “que primero hay que saber sufrir” y vaya si lo ha hecho Rafa. Esta final ha sido un duelo de dos colosos que se estudiaron hasta el más mínimo detalle; las grietas eran imperceptibles pero los dos primeros juegos ganados por el ruso y lo incómodo que estaba el de Manacor, no le hacían presagiar nada bueno a su favor. Uno sabe, huele cómo van las cosas pero con extraterrestres como Rafa, no hay teorías o sensaciones que valgan. Existen decenas de competencias que podríamos enumerar y que trabajamos en las empresas, más allá de lo técnico de una posición, y que Rafa nos vuelve a poner delante de un espejo: el nuestro.
Muchas veces Toni Nadal ha hablado sobre lo poco ortodoxo que es Rafa con según que golpes. En los momentos decisivos, los conocimientos son esenciales pero las competencias adquiridas pueden marcar la diferencia. ¿De qué nos vuelve a hablar Rafa? De adaptabilidad a los cambios del entorno, de compromiso, de ética y sencillez, de flexibilidad, de fortaleza, de iniciativa, de integridad y justicia, de perseverancia en la consecución de sus objetivos, de respeto, de responsabilidad personal, de temple, de liderazgo, de habilidades mediáticas, de influencia, de pensamiento analítico y estratégico, de relaciones públicas, de tolerancia a la presión, de toma de decisiones…
En 1977, Albert Bandura (1925 – 2021), psicólogo canadiense-estadounidense, propuso su teoría de la autoeficacia. De familia ucraniana, planteó que la percepción que tenga la persona de su dominio sobre una tarea determinará sus expectativas de éxito, su persistencia en la ejecución y la cantidad de esfuerzo invertido en la realización de dicha tarea. Un elevado nivel de autoeficacia encuentra a la persona más motivada intrínsecamente para realizar una tarea, se plantea metas de aprendizaje más altas que implican mayor reto, persisten más en ellas y experimentan menos reacciones emocionales adversas. Entre competencias y percepciones, ¿qué grado de implicación encontramos en nuestras empresas para desarrollar estos temas cuando decimos que estamos orientados a las personas?
Los algoritmos del win predictor (en la previa del partido) daban ganador a Medvedev con un 64 % sobre un 36 % de Rafa. Durante el tercer juego, el ruso tenía un 90 % de posibilidades de victoria. La información que recoge un programa informático siempre será necesaria; sobre todo para tomar las mejores decisiones posibles. Ocurre que la fiabilidad de los datos no conoce los caprichos de la mente humana: el miedo a perder, la incertidumbre, el efecto del cansancio, la confianza o los diálogos internos, son escenarios que la inteligencia artificial, de momento, está muy lejos de descifrar. Si la motivación depende de recompensas externas y de recompensas internas y autogeneradas que regulan el comportamiento, el big data y Rafa, viven una relación de desencuentros.