“Aquellos que nunca cambian de opinión, nunca cambian nada”. Winston Churchill
No pretende ser, ésta, una crítica cinematográfica, sino rescatar a uno de los líderes más importantes del siglo pasado. Estamos en mayo de 1940. Neville Chamberlain, primer ministro conservador británico, dimite el día 10 por falta de apoyo. Su política de apaciguamiento ante la Alemania nazi, en tiempos de guerra, ya no es fiable. No cuenta con grandes simpatías pero Churchill es el nuevo líder del Reino Unido.
Dentro de la gran presión interna que recibe, incluso en su propio partido y el Rey Jorge VI, Winston Churchill comienza a forjar su liderazgo. La película se centra en rescatar a más de 330.000 soldados franceses y británicos, ante el avance alemán en las costas francesas de Dunkerque, en lo que se conoció como Operación Dynamo.
Por carecer de apoyo, Churchill ni siquiera contaba, en aquel momento, con Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, quienes, poco más de un año después, sí entrarían en la guerra cuando Japón atacó Pearl Harbor el siete de diciembre de 1941.
El conflicto interno surge de quienes quieren negociar con Hitler (pensando que será razonable) contra la vehemencia de Churchill fundamentando la ceguera ante otro dictador en la larga historia de occidente. Con la caída de Bélgica, Francia, próximamente se rendiría. El siguiente objetivo alemán: Gran Bretaña.
Accede Churchill, por un momento, a la posibilidad de una negociación. Todo el peso del mundo recae sobre él. Muchas dudas internas son despejadas por su esposa, gran apoyo moral. Es un momento de grandes dudas para todos… aunque todo cambia cuando el Rey Jorge VI le brinda su respaldo.
La Operación Dynamo comienza mientras Churchill recibe, entre incrédulo y confiado, el respaldo de unos ciudadanos en el metro de Londres.
Todo líder, para forjar su impronta, camina por instantes oscuros. Dudas, vaivenes, falta de apoyos, cuestionamientos… Son las convicciones, los valores y saber tomar decisiones en momentos claves, los que hacen que una persona o un colectivo sigan a esa persona que los guiará hacia el mejor destino posible.
Hitler y Churchill, protagonistas de una misma época, fueron líderes. Uno negativo y nefasto. El otro, nuestro protagonista, con la convicción de la victoria. La historia, sin el aprendizaje que nos deja, no nos enseña nada. Son estos líderes quienes nos legan ese aprendizaje: asumir riesgos, ser valientes, confiar en nuestra intuición y comprometernos.
Gran orador y con una personalidad convincente durante el período de guerra, Winston Churchill, no tuvo, una vez llegada la paz, la misma fuerza. Un líder puede ser para ciertas ocasiones o no. Puede ser multifacético. Puede ser todo y tener todo, menos estar carente de valores fuertemente arraigados.
“El éxito no es definitivo, el fracaso no es letal. Es el valor para continuar lo que cuenta”. Winston Churchill