Los números y hechos hablan por sí solos: negocio millonario; cultura popular; marcas y publicidad; industria tecnológica; entretenimiento generacional; mayor consumo en detrimento del fútbol convencional (cada vez más jóvenes se alejan del deporte rey); una empresa que gestiona y regula el negocio, por lo tanto, no hay burocracia y sí lucro directo y pragmático; nuevos ídolos, nuevas estrellas; internet; YouTube; crecimiento vertiginoso…
En 2020 más de 300 millones de personas (a nivel mundial) consumieron los productos y servicios que mueven los eSports. En España, los deportes electrónicos, suben un 17 % anual en cuanto a su consumo o práctica. En EE.UU., se estima que esta industria ingrese, “sólo” por publicidad, más de 200 millones de dólares. Entre 2019 y 2023, se esperan que las audiencias crezcan más de un 50 %. Habrá que esperar datos más recientes y ver como la pandemia está afectando estos nuevos hábitos.
La revolución digital que estamos viviendo no es nueva para la humanidad. Ya pasó en plena época de la revolución industrial; sólo que no la vivimos y no hay nadie que nos la pueda contar, más que en los libros que hablan sobre cómo el ser humano hizo frente, en su día a día, a un cambio que aparece para quedarse.
Ir en contra de la evolución es un sin sentido. Tal cual entendemos la vida, ésta es evolución. Nos guste más o menos, todo cambia. Creo que es de sabios, saber adaptarse; la nostalgia nunca es buena compañera. La crisis actual está acelerando estos procesos y, si bien hay tímidos estudios, nadie sabe cómo será nuestra realidad dentro de cinco años. Especulaciones, todas; certezas, muy pocas.
Lo que sí, creo, no evoluciona al mismo ritmo, somos nosotros. La experiencia propia, mi contacto diario con personas, realidades objetivas como la soledad, la depresión, el aislamiento, la falta de autoconsciencia y autoconocimiento… hacen mella en cada una de las personas que somos y/o que nos rodea.
El entretenimiento, la diversión y el negocio, son actividades lícitas de sociedades libres en las que (en general) nos desarrollamos. La maduración propia, como individuos, es una asignatura pendiente (individual) para poder “elegir” esas actividades con plena consciencia. La libertad de elegir es clave en sociedades desarrolladas y la libertad implica responsabilidad.
Que esas actividades lícitas, libres y virtuales no sean el árbol que tape el bosque. La vida real sigue (y seguirá) siendo un lugar donde la educación, la cultura, el esfuerzo o los valores, nos invite (día a día) a tener una vida plena y satisfactoria que nos permita tener éxito personal en comprender que no podemos dejar librado a “otros”, la decisión de nuestra propia felicidad: ser nosotros mismos.
La evolución debe ser la llave que nos conduzca a crecer como personas y creer en nosotros mismos para tomar las mejores decisiones posibles en nuestro favor, respetando nuestro entorno y a las personas que nos rodean; pudiendo divertirnos, entretenernos y generar negocio… sin olvidar quiénes somos.