La enorme influencia histórica que tiene la humanidad, heredada de la religión (sea está cualquier tipo de creencia) y la evolución de la ciencia, han llevado al ser humano a una constante búsqueda de su destino. Individual y colectivo.
Quienes creen que el destino de cada uno está escrito. Quienes encomiendan su vida a un dios. Quienes no creen en nada. Quienes creen en sí mismos. Cada uno, a su modo, tiene algo de razón. Y no.
Más allá de accidentes, catástrofes y otros factores que el ser humano no puede controlar, cada uno de nosotros puede decidir cómo quiere que sea su vida. No es fácil llegar a lograr cierta independencia de pensamiento, criterio y acción. Es un trabajo que dura toda la vida y tiene sus diversas maduraciones: la evolución es constante; no para.
En la interacción de nuestro día a día con nuestra familia, vida social y profesional, estamos rodeados de situaciones que nos llevan a tomar decisiones (muchas veces sin darnos cuenta) de forma persistente. Depende de nuestro deseo por mejorar, por superarnos, por entender que somos nosotros artífices de nuestro propio destino, quienes tenemos la solución a nuestra vida.
¿Cómo es nuestro nivel de educación y cultura? ¿Nos preocupamos por mejorar la versión de nosotros mismos? ¿Nos preocupamos por evolucionar? ¿Hemos decidido salir de nuestra zona de confort? Pero lo más importante, ¿queremos hacerlo?
Soy un firme convencido que la educación y la cultura son los pilares fundamentales de una persona y, por ende, lo traslado a la sociedad. La curiosidad que genera conocer más, investigar, no quedarse con lo establecido, descubrir… hacen que seamos, cada vez más, mejores individuos. Logramos una independencia de pensamiento que sienta las bases hacia un emprendimiento personal y profesional lejos del estereotipo que se nos pueda vender desde cualquier estamento.
Cuando hacemos lo que nos gusta y motiva, nuestra vida cobra mayor sentido: lo personal y lo profesional se fusionan. No vivimos como una carga el trabajo. Claro que, como muchas cosas, no se logra de la noche a la mañana y, por supuesto, que requiere su cuota de sacrificio y paciencia pero la recompensa es satisfactoria.
Aquí radica lo fundamental. Todos tenemos la capacidad y herramientas para crecer como personas. ¿Queremos hacerlo? Si la respuesta es sí, entonces, seremos cada uno de nosotros quienes estemos escribiendo nuestro destino; de lo contrario, navegar sin un rumbo, nos puede conducir a situaciones no deseadas de las que buscaremos excusas o justificaciones en formato de un dios o vaya uno a saber qué cosas…
Tomar decisiones (las mejores posibles, a pesar de equivocarnos). Sólo se equivoca quien toma decisiones y gracias al aprendizaje de vida, iremos contemplando como se despeja el lugar, las personas que queremos que formen parte de nuestro recorrido por la vida. ¿Cómo quieres que sea tu destino? Tu camino es tu destino.
Sensaciones. Emociones. Un poco de cabeza. Criterio. Mucha libertad. Opiniones. Respeto. Decidir. Sabiduría. Ahí vamos…