Cuando hacemos un D.A.F.O., el apartado de amenazas, nos descubre hechos o situaciones que nos afectan desde fuera de nuestra interpretación; sea para una empresa, un departamento en concreto, un equipo de trabajo o, incluso, una persona. Solemos decir que, ante un evento del cual no tenemos control y no podemos hacer nada, lo más sabio es aprender a gestionarlo. Cuanto más rápido nos adaptemos, mejores respuestas encontraremos para la nueva situación generada. La resistencia al cambio no suele ser buena consejera.
Nassim Nicholas Taleb (1960), investigador y financiero estadounidense de origen libanés, considera que los hechos pasados no pueden utilizarse para interpretar y predecir lo que vendrá. Una de sus obras más populares, compleja y criticada es El Cisne Negro. Escrita en 2007, fue revisada, ampliada y completada tres años más tarde. En ella plantea, como metáfora (la teoría del Cisne Negro), un acontecimiento sorpresivo y de gran impacto socioeconómico. Una vez sucedido, lo racional establece qué podría haber ocurrido buscando hilos conductores para su justificación. En el fondo, ello no tenía fundamento real. Un claro ejemplo, en nuestra historia reciente, fueron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York.
Hoy sabemos que estábamos cerrando 2019 y dando la bienvenida a 2020, cuando un modo diferente de gripe, empezaba a afectar a cierta parte de la población mundial. El desproporcionado alto impacto (difícil de prever en su origen) que ha generado el coronavirus ya es conocida historia. Afectó, literalmente, a nuestra forma de vida: personal, social, laboral, económica y todos los etcéteras que se le quieran poner. Sin exagerar, la humanidad, se encontró (y seguimos en ello) ante un reto de inimaginables consecuencias que, de tener una durabilidad media, dejará efectos profundos en nuestra forma de comprender la vida que llevábamos hasta esta entonces; porque no nos engañemos, la amenaza sigue ahí, escépticos o no, al margen.
En el viejo mundo, se presumía que todos los cisnes eran de color blanco. Sobre el año 1697, un explorador holandés, descubrió cisnes de color negro en Australia. Lo impensado para la época, se convertía en realidad. Lo atípico impacta de forma compleja de comprender para lo que estábamos acostumbrados a ver. En el nuevo mundo, nos estamos preparando para asumir (aún) una realidad que nos está modificando; que nos cuesta asimilar pero que, fiel a la condición humana, buscaremos explicaciones racionales que, para entonces, habrán modificado (si se alarga más de la cuenta como está ocurriendo), nuestra visión de cómo era y cómo será nuestro nuevo estilo de vida; personal, social y laboral.
Como en otras eras de nuestra civilización, estamos ante un cambio profundo, una evolución de lo que entendemos como una crisis de complejo calado pero que, una vez superada, descubriremos las bondades que ésta nos deparaba. Eso sí, deberemos armarnos de paciencia. Los coletazos de su presencia (aunque muchos hagamos vida normal), nos están afectando demasiado en lo económico, político y social. Alguien, alguna vez, nos habló sobre la importancia de poder controlar las cosas. La vida, caprichosa, nos muestra que somos pasajeros naturales de una forma de existencia que queremos comprender pero que, hasta donde sabemos, lejos estamos de racionalizarla.
Me ha encantado Sebas, tan sencillo e interesante a la vez.
Gracias por compartir tu conocimiento para que podamos seguir creciendo en humanidad.
Un abrazo.
¡Gracias a ti, Ángeles! Por tus palabras y por tu actitud. ¡Una abrazo!