Cuando se habla de la autogestión del tiempo, ésta debe venir acompañada por unos objetivos claros y que se puedan medir. No todos los trabajos pueden tener esta característica para permitir la flexibilidad de sus empleados. Constantemente se buscan nuevos modelos productivos en las empresas para que la relación profesional carezca de horarios fijos y se pueda erradicar el presentismo. ¿Tiene algo que ver con el famoso teletrabajo? No. ¿Debemos plantearlo como una evolución y maduración de nuestro mercado laboral? Sí. No es el teletrabajo el que ha llegado para quedarse; deberíamos centrarnos en la flexibilidad laboral. Es mucho más interesante esto último.
Como ocurre en el mundo comercial, la evaluación de los profesionales y la retribución están asociadas a la consecución de unos resultados. Por supuesto, cada puesto o responsabilidad, tiene sus características propias. Las recetas propuestas gracias a la situación de la pandemia son temporales y gestionadas como cada empresa mejor puede. Claro que también hay que contemplar la intromisión del Estado con leyes que no permiten la libertad de negociación entre trabajador y empresa. Habría que matizar diciendo que estas leyes, en este escenario de excepcionalidad, no podemos tomarlas como definitivas. Será interesante saber qué ocurre una vez superemos la pandemia.
En una cadena de montaje esto no podría ser posible. Todo el sector industrial en general tiene este problema, como así también quienes interactúan con clientes y con un horario de atención determinado. ¿Podría aplicarse la flexibilidad en el trabajo en estos sectores? Difícil. Cuando se requiere de la presencia física en tareas que de otra forma no se podrían realizar, el ser humano aporta su “saber estar”. Al hablar, como hacía al principio, de trabajos más intelectuales el aporte “físico” no es tan importante y, por ello, podemos generar el debate de la flexibilidad.
Evidentemente es un tema muy complejo, sobretodo teniendo en cuenta que, en España, la mayoría de empresas son pymes. Cada organización debe encontrar una respuesta para que sus empleados sean lo más productivos posibles y tengan una motivación constante en su día a día laboral. La pandemia nos ha traído un tema social y cultural por resolver, no un problema. La discusión sobre el trabajo a distancia lleva un par de lustros en escena y sin resolver. Como todo, el coronavirus, ha acelerado muchos procesos pero éstos, cuando pase esta gigantesca y larga tormenta, se podrán ver con más perspectiva. Es un buen momento para un cambio cultural. De no producirse, no se puede echar balones fuera argumentando la complejidad cuando estamos teniendo una fantástica situación para propiciar el cambio.
Es el sector tecnológico, quizá, el que más fácil lo tiene. ¿Será un reflejo de lo que hay que hacer o modelo a seguir? Los que llevamos muchos años como freelance nos hemos adaptado y no ha pasado nada. Sabemos ser productivos y proactivos. Si, en nuestro país, queremos ver la luz al final del túnel de esta pandemia y no perder la oportunidad de dar un salto cualitativo para estar a la altura de otros grandes países de nuestro entorno, tenemos una magnífica oportunidad. La recuperación no sólo debe ser económica; también debemos velar por la salud y calidad emocional de nuestros trabajadores que ya están acusando la fatiga de una era excepcional. O reconvertimos nuestra cultura social y laboral, de forma categórica o será larga la cuesta en la que muchas (pero muchas) personas pueden quedar fuera del camino. No nos lo podemos permitir.