El viernes seis de diciembre de 2019 escribí el siguiente artículo que quedó huérfano de publicación. Al cumplirse tres años, reapareció mientras buscaba otros archivos que derivaron hasta aquí. Casualidades o causalidades, la noticia sobre el accidente cerebral que sufrió por entonces David Gistau (y que, a la postre, derivara en su muerte), me llevó a escribir unas líneas cargadas de emoción, incredulidad y tristeza. El tiempo agiganta la memoria de las personas que admiramos; tanto que, este pasado verano, en Barcelona, mientras disfrutaba de una calurosa y húmeda noche con amigos, en un pub, y por esos misterios de la mente, me pedí un Negroni. Asociación directa al periodista. Causalidades o casualidades; quien lo sabe… Al artículo en cuestión:

Se suele argumentar lo que implica para un escritor enfrentarse a una hoja vacía, fría y limitada para comenzar a contar una historia. La que sea. Siempre hay un tema que actúa como disparador y, el resto, aparece por arte de magia. El bagaje cultural, la experiencia, la observación o la escucha, forman parte intrínseca de esas palabras que, poco a poco, van fluyendo para fusionarse y cerrar ese texto al que tanto mimamos y cuidamos convencidos de que refleja lo que queremos expresar. Si gusta o no, escapa a nosotros mismos. Al final de cuentas, quién te lee, juzga y toma partido.

Desde que me enteré de la noticia de la situación de David Gistau, volvió esa pesada sensación de vulnerabilidad para la que no estamos preparados. En pocos segundos, el camino a recorrer se desvanece y nada importa; o sí, una familia (cuatro niños), amigos, colegas y un grupo enorme de seguidores que admiramos su pluma. El pasado 29 de noviembre tomó un rumbo inesperado y sólo nos resta aguardar por su recuperación luego de ser operado de una lesión cerebral.

David tiene el carisma propio de quien ejerce el periodismo honrando la libertad de expresión con visión crítica, contradictoria (¿por qué no?), con humor negro y un largo etcétera de cualidades de aquellos que, muy pronto, sabes, son distintos. En ABC, El Mundo, con Alsina o Herrera. Siempre su huella.

Como periodista que también soy, empatizo aún más con su situación y hay un pequeño hueco de angustia por la persona. La vida nos depara alegrías y sinsabores. Este pequeño artículo que podría argumentar o contar algo, se me va de las manos y no logra expresar claramente esa angustia que, a veces, nos provoca una situación de alguien que no conocemos pero leemos y escuchamos y es como si fuera un miembro más de la familia. No tengo claridad. Tampoco sé qué significa en momentos como este…

¡Pronta recuperación David!

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