Define la R.A.E. (Real Academia Española), indigencia, como la falta de medios para alimentarse, para vestirse, etc. A su vez, intelectual (en su primera acepción), como perteneciente o relativo al entendimiento. Cuando una persona o un colectivo sufren indigencia intelectual (falta de entendimiento, de conocimiento), las puertas al sometimiento están abiertas. Las libertades individuales están más que limitadas.
El problema radica en que, conscientes o no, dejamos en los demás el dictado de nuestros actos. Esto, aplica a todos los ámbitos: política, empresa, sociedad, grupos de trabajo, proyectos y un largo etcétera. Una persona con niveles de educación limitados, adquisición cultural pobre, déficit de conocimientos o falta de compresión del entorno que la rodea, está a expensas de una vida sin calidad de libertad.
Una libertad de elección, movilidad, criterios y un sinfín de conceptos que puedan permitirle su autorrealización. Leí, en una entrevista, a la economista e historiadora económica estadounidense, Deirdre McCloskey, sentenciar: “La libertad, el progreso, el cambio exige esfuerzo, y el ser humano tiene ante todo instinto de conservación: prefiere obedecer a decidir por sí mismo. La esclavitud es más cómoda que la libertad”.
¿Qué sería lo opuesto a la indigencia intelectual? Imaginar. Ser curiosos. Crear. Inventar. Innovar. Ventaja competitiva. Crecimiento personal. Crecimiento económico. Tenemos una enorme capacidad para evolucionar. Nuevas formas de pensar. Nuevos paradigmas que descubrir. Nuevas realidades que desafiar. La creatividad es una ¿nueva? forma de pensar y entender el mundo que nos rodea y, en realidad, siempre estuvo ahí.
La creatividad se entiende hoy como una habilidad y capacidad requerida por las organizaciones. Genera una ventaja competitiva pero, ¿cómo es que hemos llegado a esto? Lejos de meternos en charcos socioculturales, hay una realidad: una persona es creativa por naturaleza. Los niños son creativos. Luego, esta habilidad innata hay que desarrollarla. La lectura; no dejar de ser curiosos; la cultura que vamos adquiriendo; viajar; conocer personas nuevas; descubrir cosas nuevas; dejarse sorprender día a día; estar “presentes” en cada instante de nuestra existencia. Permite estimular tu mente.
La creatividad se puede trabajar y depende de nosotros mismos estimularla y desarrollarla. Crecemos nosotros, aportamos a nuestro alrededor. Al comienzo hablaba de indigencia intelectual; por supuesto que no tiene una connotación peyorativa. Son palabras (o conceptos) que utilizamos en nuestro lenguaje por muy fuertes que suenen.
En tiempos de crisis, de falta de oportunidades, de desmotivación o de discursos sociales (desde la política o medios de comunicación, por ejemplo) negativos, la mejor inversión que puede hacer una persona es no quedarse estancada y esperar que alguien o algo solucione sus problemas. Los caminos para ello no son fáciles ya que requiere sacar tiempo de donde no lo hay. Muchas son las responsabilidades diarias.
Quizá, el escritor estadounidense Jack London (1876-1916), nos legara una de sus frases más populares para comprender (a quien quiera hacerlo) mejor esto del tiempo, el conocimiento, la sabiduría y el verdadero propósito de nuestro paso por este mundo y sus circunstancias: “La función del ser humano es vivir, no existir. No voy a gastar mis días tratando de prolongarlos; voy a aprovechar mi tiempo”.