Uno de los grandes planteos de nuestra época (la que nos toca vivir pero también como ha ocurrido ante tantísimas situaciones de crisis a lo largo de la historia de la humanidad) es la toma de decisiones. En contextos complejos, ambiguos, volátiles e inciertos, el pensamiento crítico es una buena “herramienta” para hacer lo correcto en tiempo, forma y lugar. Ocurre que no siempre funcionamos así. ¿Qué pasa ante decisiones que deben ser rápidas y óptimas?
En todos los órdenes de la vida debemos elegir. Podemos acertar o errar. En el ámbito personal, social o profesional. Quizá, en el profesional, sea más visible una situación debidamente analizada pero, ¿qué ocurre en lo personal o en lo social? Al final de cuentas, somos una misma persona en diversos ámbitos de actuación.
El miedo o temor a equivocarnos puede afectar a un ser querido. ¿Y cómo nos sentimos luego si esa persona no ha valorado nuestra decisión? Aunque suene frío o distante, si no ha comprendido nuestra elección (aunque fuera errónea), ¿realmente es merecedora de nuestra confianza? ¿Juega con nuestros sentimientos? ¿Nos genera culpa lo que ocurre luego de haber decidido? ¿Hay diálogo honesto?
Uno de los aportes de la psicología social nos instala en la certeza de que, más allá de criterios propios, la conducta humana es función de la persona y del ambiente, del contexto. ¿Cuáles son o cómo son las situaciones en las que se producen las conductas de la persona? ¿Cuál es su impacto en dichas conductas? Al ser seres sociables, innegablemente (y sea de la forma que sea), la consecuencia de una toma de decisiones afectará a otras personas.
Tanto en lo personal como en lo profesional, existen situaciones con demasiada presión y, en ocasiones, no suele haber mucho tiempo para buscar opiniones, contrastarlas o consensuarlas. Hay momentos en los que se trata de sobrevivir y prosperar. No siempre hay tiempo para conseguir la aceptación de los demás y esto, socialmente hablando, es algo determinante; para lo bueno y para lo malo.
¿Qué se necesita para tomar buenas y rápidas decisiones? Según Mike Useem (The Warthon School of the University of Pennsylvania), quién observó al Cuerpo de Infantes de Marina de los Estados Unidos, hay cuatro elementos que influyen para “tomar decisiones buenas y rápidas bajo mucha presión”:
- No esperar a tener unanimidad o el 100 % de confianza o todos los datos.
- Tener en claro lo que queremos de la gente. Dónde queremos que vayan. Aclaremos nuestra intención de manera inequívoca. ¿Dónde deberíamos estar en seis meses en un determinado mercado?
- Hay que desarrollar una tolerancia a los errores.
- La indecisión es fatal.
La cultura militar, desde siempre, ha servido para que los grandes profesionales y empresas logren su éxito a la hora de encontrar los caminos adecuados para desarrollarse y llevar a buen puerto sus proyectos o ideas. Hace falta disciplina a la hora de tomar decisiones. Más allá de acertar o errar. Más allá de lo personal, social o profesional, la indecisión es fatal.