“Todo esto será tuyo…” Como esas películas donde el padre se lo dice al hijo, observando la llanura de ese territorio basto, fértil, dónde todo está por hacerse… Dónde nunca te enseñaron a “hacer”. Una ley educativa puede hacer mucho daño a una sociedad; al futuro de ésta. Miramos hacia otro lado sin querer ponernos un horizonte. La libertad implica responsabilidad… pero que sean otros quienes hagan el trabajo. En una empresa, una organización, una familia; mirar hacia otro lado tiene consecuencias.
Hay muchas palabras o conceptos que generan miedo. Crisis inmobiliaria, atentados terroristas, Brexit, pandemia o invasión a Ucrania. Ya sabemos que cuando se quiere introducir el miedo en una sociedad, la gente siente miedo. ¡Es obvio pero funciona! No terminamos de salir de un miedo y nos “metemos” en otro. En más de una ocasión he comentado lo que significa ese acrónimo popularizado en la década de los noventa para definir un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo: V.U.C.A.
Creado por las escuelas militares estadounidenses, quisieron definir cómo sería el mundo luego del final de lo que se conoció como Guerra Fría. Si bien los historiadores no se ponen de acuerdo, se podría afirmar que ésta tuvo su génesis con la Revolución Rusa en 1917, acentuándose con la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. El final de este período claramente lo podemos ubicar en diciembre de 1991, con la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.).
La libertad es contraria al miedo. Por supuesto, no hablamos del miedo a la supervivencia, a la carencia. Ahora es a la pérdida de todo lo logrado durante décadas de evolución. A retroceder en derechos adquiridos. Al final de cuentas, el miedo se traduce también en mirar con recelo al distinto (color de piel, religión, edades, migración, vecino, etcétera). Esto ha sido la historia de la humanidad, sólo que ahora está magnificado por el universo de la comunicación: internet.
Cuántas veces he escrito la palabra miedo, ¿no? Se escucha mucho una publicidad, en radio, sobre empresas del sector de la seguridad y si haces una escucha profunda, comprenderás (sé que lo has hecho) que te quieren vender una alarma generándote miedo. Miedo a la pérdida de tus objetos más preciados. El miedo es una emoción. Quizá, la emoción que más vende. Nadie quiere perder lo que tiene. Es algo muy primitivo nuestro. La segunda necesidad humana, según Maslow: la seguridad.
Y entonces, todo lo expuesto se conjuga. En Europa planea la palabra miedo desde siempre. Es la cuna de la civilización y, la libertad que existe aquí, se ha logrado a base de conquistarla. Seguro que no es perfecta y, por ello, hay que construirla día a día. Cuando recibes una amenaza externa, tienes dos opciones: te paralizas y no haces nada esperando que cambien los vientos o te adaptas, confías en tus fortalezas y trabajas para seguir creciendo a pesar de las barreras que existan.
Opto por la segunda opción. Siempre. La libertad se trabaja día a día. La libertad se conquista. ¿Y esto que puede tener que ver con el mundo profesional? Sin ésta, no existirían mercados libres para negociar; mejorables, por supuesto pero donde los individuos pueden comprar y vender sin intervenciones ni obligaciones. En el mundo comercial lo sabemos muy bien y siempre me gusta recordarlo ya que no debemos caer en la complacencia de creer que la libertad es algo que siempre ha estado ahí.