En estos tiempos en los que estamos replanteando o repensando el mundo en el que vivíamos, si nos remitimos a lo conocido, ¿cómo serán los equipos de trabajo del futuro? Generalmente, son las empresas más grandes (con una gran estructura) las que suelen llevar adelante las nuevas tendencias o formas de trabajar. Se han probado diversas metodologías buscando, entre otras cosas, la permanente innovación. El cómo y el qué suelen fusionarse pero seguimos careciendo de profundidad. Por mi experiencia como formador y consultor, por lo que leo o me formo para estar actualizado y por lo que observo y escucho, a través de webinars en la era del coronavirus, seguimos adoleciendo de los temas claves y profundos en la gestión de equipos de trabajo.
Podemos tener personas talentosas, hábiles y agudas mentalmente; con conocimientos del sector, producto o servicio; con egos bien gestionados, firmeza y personalidad que no necesitan que les digan lo que tienen que hacer: actúan. Personas con energía. Compromiso. Solidaridad. Proactividad. Iniciativa. Cultura. Saber estar. Comunicación. Este es el ideal de lo que queremos, ¿verdad? ¡Genial! Pero hay que saber gestionar el talento. No basta con tenerlo. Porque el talento tiene creatividad y se reta a sí mismo. Puede aburrirse si no hay dinamismo. Puede desmotivarse si encuentra vulgaridad. Puede aparecer el ego y hay que canalizarlo para el beneficio del equipo y los objetivos trazados. El talento también puede irse… ¿Lo contrario del talento es la mediocridad? Podemos tener, también, personas mediocres.
Y la estructura de la organización, ¿cuánto hace que no se renueva? ¿Cuál ha sido su evolución en los últimos 10 años? ¿Se hacen cambios para que nada cambie? ¿Status Quo? ¿Realmente ha dado oportunidades a tener sólidos equipos de trabajo? ¿Permitimos que haya certera (“que es acertada, razonable y que consigue el fin que se propone”) interacción entre departamentos? Seguro que hay muchas empresas que lo hacen… pero son una isla.
En cada uno de los estamentos de una organización (pública o privada), ¿se da libertad a los responsables para crear equipos de trabajo competitivos y a formar líderes? Es inevitable recordar que un responsable o jefe, no es un líder necesariamente. De hecho, hay responsables tóxicos. No usemos la palabra “líder” como si fuera algo que se tiene o compra sencillamente. Es necesario recordar que ser competitivos no es ser agresivos, déspotas o mercenarios de un modelo de negocio turbio. ¿Ha habido, hay y habrá casos así? ¡Por supuesto! pero cada vez menos. Aunque no lo parezca, estamos mejorando.
Desde que tenemos uso de razón, hemos evolucionado en lo humano (propiamente dicho), en lo agrícola, en lo industrial y, en los últimos ¿50 años? por poner un tiempo razonable, en transformación digital. La sensación de velocidad que nos transmite la tecnología tiene una brecha considerable con nuestra evolución intelectual. Las personas, por mucho que nos tengamos que adaptar, sufrimos el cambio y cada uno lo gestionamos de forma diversa. Depende de las necesidades, vivencias, experiencias, urgencias, carencias, vínculos…
Estamos aventurando qué mundo tendremos cuando pase lo del coronavirus y no somos conscientes que viviremos en esta situación durante varios años, según informan médicos y epidemiólogos. Podemos leerlos y escucharlos tratando de unificar criterios que, ellos mismos se reconocen, incapaces de hacer pronósticos sobre una “cura” definitiva. Como otras grandes enfermedades o pandemias, ha llevado mucho tiempo erradicarlas. Mientras tanto, seguimos haciendo. Seguimos adaptándonos en lo tecnológico, en lo laboral, social y económico.
Más allá de lo obvio, lo que vemos, escuchamos y leemos, ¿nos estamos preguntando, planteando y trabajando qué personas queremos ser? ¿Qué sociedades necesitamos para tener una vida más sostenible en todos los aspectos? ¿Qué valores estamos promoviendo? No hay nada de malo en querer ganar dinero y tener la mejor calidad de vida posible pero, ¿cómo vamos a hacer para que llegue a todo el mundo con el mayor equilibrio y justicia posible?
Es un gran momento de nuestra historia consciente (acceso al conocimiento como no hemos tenido nunca) para hacernos muchas preguntas, contestarlas y comprometernos a la acción. De lo contrario, sólo veremos un maquillaje de marketing superficial y cuando volvamos a querer profundizar, seguiremos dando vueltas en círculos sobre viejas cuestiones con bonitas cajas o estuches de presentación focalizadas en qué colores, sensaciones o aromas nos gustan para atraer nuestra atención, sin más.
Necesitamos que, más allá de un mundo que se mueve por lo comercial, por el negocio, tengamos respeto por nosotros mismos: las personas. Se puede trabajar para encontrar equilibrios que nos permitan tener una vida plena y libre. Es tiempo del liderazgo en valores: individual y colectivo. ¡Necesitamos líderes! ¡Necesitamos profundizar en nosotros mismos y atrevernos! En lo laboral y social, ¿qué modelo de equipo queremos ser?