En alguna ocasión habrás escuchado hablar de los “ladrones de energía”. Estén en tu vida o hayan llegado hace poco. En lo personal, social o profesional. Hace años, no podíamos hablar de estas cosas porque, sencillamente, las dábamos como normales. Dentro de ambientes familiares y laborales, ¿cuántos acosos se han vivido? Físicos y verbales. Socialmente estaban aceptadas conductas que hoy censuramos.
Más allá de lo que conocemos como agresión física o verbal, hay personas que, “sin agredir”, roban nuestra energía. Para ello, hay una pregunta que debes hacerte: ¿Cómo está tu autoestima? Si entiendes que esos ladrones no roban tu energía, este artículo no es para ti; pero puedes ayudar a otras personas a que detecten qué y quiénes, sí les roban su tiempo y espacio.
Hay personas que todo el tiempo están compartiendo quejas, problemas, historias desastrosas, miedos y juicios sobre los demás. Sus temas de conversación giran alrededor de esto y cuando intentas ayudarles, todo es un mundo para encontrar soluciones. Aquí entran a jugar algunos conceptos que trabaja la inteligencia emocional: ¿Cuál es el nivel de autoconsciencia y autoconocimiento de la persona? ¿Sabe gestionar su ego? ¿Tiene intención de encontrar soluciones o sólo busca ser víctima? Hay una pregunta muy clara para conocer su actitud por encontrar respuestas a sus problemas y pasar a la acción: ¿Quiere hacerlo?
En el vínculo con tu entorno, el papel que juega tu salud mental es muy importante como para estar ocupando tus preocupaciones en personas que sólo te bombardean con sus problemas y no te aportan más que eso. Estas situaciones tóxicas debes enfrentarlas: no permitas que ningún familiar, amigo o conocido “invada” tu espacio. No toleres acciones negativas de una pareja o grupo.
Hace un tiempo, leí un artículo de Fernando Savater que, dentro del contexto de la historia que contaba, escribió: “En democracia, las leyes liberan y las tradiciones y costumbres esclavizan”. ¿Cuántas veces hemos tolerado ciertos tratos por “estar” dentro de lo “tradicional”, la “costumbre” en una familia, entorno social o en un ámbito de trabajo?
En épocas de crisis (personales o sociales) es cuando más afloran serios casos enquistados. Es cuando más atentos y/o alertas debemos estar y preguntarnos si lo que acontece es normal o excepcional (dentro de un contexto), se repite con asiduidad o es una conducta permanente. ¿Puedes salir de esa situación? Está claro que no es nada fácil pero, pedir ayuda, debe estar presente y no verlo como una debilidad propia. Todos hemos necesitado ayuda alguna vez; aunque sea con el acompañamiento del silencio de alguien que nos escucha, respeta y quiere.
Aceptar una situación no es resignarse. Resistir y pelear contra algo que no puedes cambiar, te desgastará. Deja ir lo que te esté causando dolor. Siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo. En ocasiones debemos tomar decisiones de profundo calado y eso duele pero que la culpa no mine aún más tu autoestima. Como siempre me gusta decir, escribirlo, comentarlo es sencillo; pasar a la acción es complejísimo en según qué situaciones. Lo más importante que debemos saber es que está en juego no sólo nuestra felicidad y bienestar, si no algo mucho más elevado: nuestra libertad individual como personas.