Somos locales. Abiertos al mundo (gracias a Internet) pero nuestro esquema mental es local. El coronavirus nos ha mostrado como nunca la cara real de nuestra especie: si no nos afecta muy directamente, observamos con estupor lo que ocurre más allá de nuestra “frontera” local pero, al poco tiempo, volvemos a lo local. ¿Qué es lo local? La familia, el pueblo, los amigos íntimos, quizá los vecinos, el colegio de los niños y pocas cosas más. Queremos presumir de apertura mental hasta que una pandemia nos devuelve a nuestra primitiva realidad.

Siempre me gusta decir que soy una persona optimista pero construyendo desde la realidad, desde el sentido común. Este análisis (de la realidad) lo puedo hacer con mi propio intelecto pero también contrastando con mi entorno; sea el área que sea. Vivimos en sociedades y, esta claro, mi realidad está condicionada por muchos factores propios y son encontrados, seguramente, con los de un compañero de trabajo o vecino. La socialización y la comunicación son fundamentales para llegar a buenos acuerdos. El beneficio debe ser colectivo.

Estas semanas, vemos con preocupación, como no pocas personas hacen caso omiso a lo que se nos recomienda desde la ciencia o los especialistas en materia de sanidad. Definitivamente, los derechos están ganando la batalla a las obligaciones. Amparados en todo lo que puedo hacer, me olvido de lo que “debo” hacer, en esta excepcionalidad, procurando el beneficio común.

En ventas, cuando un cliente percibe que no vas a aportarle un valor diferencial (sobre todo en un mercado maduro), pocas opciones tienes de cerrar un acuerdo. Serás uno más. Si un profesional pensara en “local”, sus ruidos mentales le dirían que es el cliente quien está equivocado y no se entera de nada. Cuando un profesional de la venta “observa” de forma global, comprende e interpreta la situación buscando el beneficio para su cliente: generalmente, hay acuerdos.

Necesitamos un nuevo esquema mental para esta época. Más global; con más visión de medio y largo plazo. Por supuesto que el corto apremia pero si salimos a la calle como si esto hubiera pasado, el medio plazo puede ser mucho más complejo de lo que nos dicen. El debate dejó de ser salud o economía. Hoy, hay que buscar el equilibrio entre salud y economía. Abandonar cierta frivolidad puede llevarnos a tener las bases de un futuro favorable y consciente.

Más y mejor educación. Más y mejor ejemplo de los adultos para con los niños y jóvenes. Más responsabilidad de las nuevas generaciones que tanto nos muestran el camino de un mundo más sano, ecológico y sostenible. Todo esto, muchas veces, está bien leerlo, escucharlo y saber que grandes empresas o desde el Estado, se están haciendo cosas (nunca suficientes) pero, y nosotros como individuos, ¿qué? Puede ser un reclamo en medio del desierto (una y otra vez) pero, luego, no nos quejemos de nuestros actos individuales y sus no consecuencias… ¿Somos conscientes del nuevo escenario económico y social que nos encontraremos cuando esto acabe? ¿Visión local o global? Necesitamos un nuevo esquema mental. No de subordinación; sí de madurez individual, que será colectiva.

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