Este pasado domingo, Novak Djokovic (Serbia) derrotó a Stéfanos Tsitsipás (Grecia) por tres sets a dos y obtuvo su segundo Abierto de Francia. Una final en la que el número uno del mundo parecía estar contra las cuerdas (perdió los dos primeros) aunque nunca dio la sensación de que iba a desperdiciar el Torneo de Roland Garros. Tenemos el enorme privilegio de ser protagonistas de poder ver a tres jugadores “seniors” que lo siguen ganando todo: el propio Djokovic, Roger Federer y Rafa Nadal.

Tres leyendas vivas y en activo. Tres sobrevivientes a sí mismos y con lejanas luces que apuntan a un horizonte sin verdaderos talentos que vayan a tomar el relevo serio. Se está acabando una época maravillosa de tenis que, seguramente, nos sorprenderá. La miopía de un aficionado normal y corriente no sabe observar lo que viene y es deseable que esa falta de visión óptica se corrija más pronto que tarde.

El pasado viernes, cuando el serbio le ganó a Rafa, se perdió algo más que un partido de semifinales en la “casa” del de Manacor. El último set acusó el cansancio en un cuerpo de mil batallas épicas en tierra batida; en su torneo favorito. 13 títulos después nada se puede reprochar a Rafael Nadal Parera; o sí, habernos mal acostumbrados… pero ese no es su problema. 35 años de edad son muchos para un tenista que se ha vaciado en cada torneo que ha jugado. El cuerpo y la mente tienen sus límites y, es ley de vida, aunque lentamente, puede estar acusando un cansancio de años jugando en lo más alto del tenis mundial. Todos tenemos un límite y así hay que asumirlo.

¿Esto significa que Rafa está entrando en la fase final de su carrera? Eso sólo lo sabe él. “Habiendo ganado 13 veces antes duele menos perder, pero es verdad que los años pasan y nada es eterno. Sé que cada edición voy a tener menos posibilidades de ganar, aunque este año tenía una opción importante”, refirió el mallorquín (en rueda de prensa) ante la derrota. Dejó abierta la posibilidad de no participar en Wimbledon: “Es diferente a cuando tenía 25, 26 o 27 años, ahora tengo 35. Tengo que ver cómo me recupero, en todos los sentidos, y decidiré si juego en Londres o no. Ahora no puedo tomar esa decisión; no tengo ni el físico ni la claridad mental para hacerlo”.

Siempre lo hemos elogiado en la victoria; en sus grandes hazañas. Ahora que el horizonte del retiro está más cerca (el realismo así lo indica; la ilusión no lo desea), Rafa se manifiesta equilibrado en la derrota: “No soy una persona que dramatice cuando pierdo, ni que me exalte cuando gano”. Más allá de su juego que nos ha enamorado, hay definiciones sobre su personalidad que permanecen impolutas: constancia, humildad, pasión, superación, fortaleza mental, liderazgo.

¿Cuántas veces hemos hablado sobre el ejemplo que nos aporta esta leyenda de nuestro deporte de todos los tiempos? Defender unos valores con equilibrio y firmeza es un mensaje más que claro para observarnos en un espejo que no todo el mundo está dispuesto a mirar de frente. En tiempos complejos también nos enseña lo que implica ser realistas sin perder la ilusión. Un discurso muy claro de una mente privilegiada que ha sabido forjarse a base de mucho esfuerzo que no siempre se ve. Rafa y la derrota. Rafa y otra lección más de superación.

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