¿Estás preparado/a para reservar parte de tu día para trabajar sin que nadie te moleste? ¿Cómo verías informar al resto de tus compañeros de cuál es el mejor momento para estar contigo? ¿Sabes organizarte para esto? ¿Haces algo para tener la menor cantidad de interrupciones posibles? ¿Tienes tu mesa de trabajo ordenada? ¿Cada cuánto lo haces? ¿Lo haces? ¿Qué te hace perder tu tiempo? ¿Lo tienes identificado? ¿Qué es urgente y qué importante? ¿Sabes ser ordenado/a? ¿Realizas listas de tus tareas diarias? ¿Actualizas por escrito tus objetivos profesionales? En la oficina o fuera de ella.
Si logras responder estas preguntas y poner en práctica casi todas ellas, serás más productivo/a profesionalmente. No sólo ganarás, será una forma de respetar el tiempo de los demás. A partir de aquí, ¿cómo afecta en todo esto la comunicación verbal, no verbal y emocional en nuestro día a día profesional? No sólo en un espacio físico compartido; también puede aplicar al trabajo en remoto o virtual.
Un gesto, una mirada o una postura pueden resolver una situación a favor o en contra. Una palabra o un tono de voz también. Ante el planteo anterior de preguntas pero si nos situamos en el mundo de las ventas también (como en muchas otras actividades), puede ocurrir. A veces nos daremos cuenta, otras no. Por ello hay que estar muy atentos a la comunicación verbal, no verbal y emocional. Propia y ajena.
Nuestro interlocutor nos observa. Creer que hay cosas que no controla es, sencillamente, desconocer una parte significativa de la labor comercial. El dueño de una empresa o establecimiento está permanentemente en contacto con comerciales, representantes, agentes y proveedores. Sabe arameo, latín y chino mandarín sin haberlos estudiado. Los primeros 15 segundos bastan. Sabrá cómo eres con solo observarte. Volvemos a las preguntas iniciales: ¿Cómo te organizas? ¿Cómo gestionas tu tiempo? ¿Cómo es tu comunicación? (en los tres aspectos citados).
Podemos tener el mejor producto o servicio del mercado o representar a la mejor empresa del sector pero si nuestros gestos corporales no acompañan nuestras palabras; si nuestra mirada no es honesta con lo que trasmitimos o nuestra postura no se corresponde con las características de la entrevista, podemos encontrarnos con una objeción oculta. Nuestro interlocutor posiblemente no nos lo diga pero ahí puede estar la llave de generar esa confianza que hace que nos compre o no.
Son casos reales que me he encontrado a lo largo de mi vida comercial. Esto que muchas veces leemos en un libro de técnicas de venta, es tan real que no dominarlas marcará la diferencia a favor o en contra. Podremos darnos cuenta o no. En ello radica también parte de nuestro éxito. Por ello, antes de volver a visitar a un cliente, es esencial preguntarse cómo nos gestionamos en otras áreas de nuestra vida profesional (que es personal también). Todo está conectado para tener un eficaz tiempo comercial.