Define el diccionario, la palabra dogma, como el punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema. No nos damos cuenta pero, en demasiados aspectos de nuestras vidas, estamos dogmatizados.
La educación que hemos recibido, el lugar donde hemos crecido, la escuela donde hemos estudiado… “El sistema” nos lleva a hacer lo que se espera de nosotros: estudiar, tener un buen trabajo, ganar dinero, casarse, tener hijos, buscar la felicidad (muy de moda en esta época) y tener asegurada la vejez.
¿Y tú? ¿Qué esperas de ti mismo? ¿Te lo has planteado? ¿Te lo has preguntado? ¿Te preguntas cómo? La vida de las personas se alimenta de nuevas experiencias y ello implica tomar las riendas de tu vida, tomar decisiones; y cuando lo haces, debes saber que no todo el mundo estará de acuerdo; que no le vas a agradar a todos. Cuando tomas decisiones, estás eligiendo… y la elección implica asumir que vas a dejar cosas o personas por el camino. Por lo tanto, aparece aquí la palabra “pérdida”. Y las personas tienen miedo a esa palabra. ¿Qué temes perder?
No hace falta irse al lago Walden para encontrarte y estar en soledad. La felicidad sólo es real cuando se comparte. Si quieres algo en la vida, ve a por ello. Henry David Thoreau escribió: “Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia… dadme la verdad”. ¿Te has preocupado por buscar tu verdad? El verdadero éxito es la satisfacción personal. Esto requiere de un largo camino en la búsqueda del verdadero autoconocimiento. No todas las personas desean transitar este largo y sinuoso recorrido.
Escribió también Thoreau que lo importante no es ser fuerte, sino sentirse fuerte. Su obra más destacada, “Walden, la vida en los bosques” (publicada en 1854) describe los dos años, dos meses y dos días que vivió en una cabaña construida por él mismo, cercana al lago Walden (Concord, Massachusetts). Pretendía demostrar que la vida en la naturaleza es la verdadera vida del hombre libre que ansíe liberarse de las esclavitudes de la sociedad industrial (ni hablemos hoy en día de la tecnológica). Por otro lado, que la comprensión de los recursos de la naturaleza, sus reglas, sus recompensas, son un camino que el hombre no debe olvidar.
No hace falta irse al lago Walden para encontrarte y estar en soledad. Revisa tus dogmas, tus creencias. Ni la religión, ni la doctrina, ni un sistema deben permitir que no escribas tu propia historia. La lectura, las vivencias, la cultura, los viajes, tu intuición harán que esa libertad, estés donde estés, te permita crecer, madurar, ser tú mismo.
Dedicado a un viejo y fugaz amigo, Manu: “La luz que ciega nuestros ojos es nuestra oscuridad. Sólo amanece el día para el que estamos despiertos. Y quedan aún muchos por abrírsenos. El sol no es sino la estrella de la mañana”.
P.D.: Me gustaría que no interpretes este artículo como unos consejos de autoayuda. Quienes me conocen saben que no voy por ahí. Sólo pretendo compartir que, quienes hemos tomado grandes decisiones en nuestra vida, sabemos que, más allá de muchos muros (sobre todo miedos) que sortear, aparece el propio camino (autoconsciencia y autoconocimiento). Un camino único, intransferible, revelador, alejado de dogmas, cercano a los demás pero lejos de querer agradar y, sobre todo, coherente con tus convicciones y valores.