Si la comunicación verbal dice mucho, la no verbal muestra el alma de las personas. El metro de Madrid (como cualquier otro medio de transporte masivo de una gran ciudad y en horarios punta, sobre todo) es un reflejo del rostro de las personas. La gente va, como denominador común, con su música, tabletas, libros, periódicos o simplemente observando la nada o a los demás. Cada uno en su propio mundo.
Muchos de esos rostros muestran desapego a lo que vendrá. Escribo esto mientras viajo en el metro; verdadera fuente de inspiración y observación sociológica. Esto no es fruto de un solo viaje. Es el resultado y la constatación de la experiencia observada. Como en cualquier escala social, se pueden adivinar las rutinas de muchas personas. Perfiles inmigrantes. Oficinistas. Dependientes. Azafatas. Jubilados. Gente pidiendo. Cantando.
Claro que no es lo mismo un viaje a las siete de la mañana que otro a las doce o a las veinte horas. Incluso en diversas zonas dentro de una misma gran ciudad.
Hablamos de personas. Hablamos de sus rostros y lo que transmiten. Es un simple ejercicio de observación pero que puede contener profundas historias. Más allá de una realidad social y económica. Más allá de cualquier estereotipo. ¿Cómo vivimos nuestra vida? ¿Estamos satisfechos con nuestra experiencia profesional? ¿Y nuestro entorno? ¿Qué estamos haciendo para salir de nuestra zona de confort? ¿Pedimos ayuda?
Muchas preguntas a respuestas ¿certeras? Hoy más que nunca tenemos herramientas para encontrar un equilibrio entre lo que hacemos y lo que realmente nos gusta. Pasamos muchísimas horas del día trabajando. ¿Nos hace feliz la tarea que realizamos? ¿Estamos buscando un cambio? Hace unas décadas no era sencillo poder elegir; nuestro entorno familiar y/o social condicionaba mucho nuestra elección, nuestros sueños.
Trabajar las emociones y los sentimientos pueden ayudarnos a encontrar ese camino que nos conduzca a sentirnos plenos y gratificados por lo que hacemos. Erradicar creencias limitantes es un sano ejercicio que nos puede llevar a cambiar, estemos en el momento que estemos de nuestra vida. Está claro que no es un camino sencillo pero ahí afuera hay muchísimas personas que han rehecho sus vidas.
La toma de decisión es absolutamente nuestra. No podemos decir que por culpa de algo o alguien no estamos dónde queremos estar. Sólo se equivoca quién toma decisiones. Hay que asumir responsabilidades. Pero también hay que saber que tenemos que tener capacidad de esfuerzo y constancia. Disciplina. Saber rodearnos de personas que nos inspiren y no con las que compartamos eternas penas.
Si el alma de las personas se refleja a través del rostro, mirémonos más a nuestro espejo. Y cuando lo hagamos seamos honestos con nuestros sentimientos. Busquemos esforzarnos y ser constantes. Posiblemente tu rostro empiece a mostrar más sonrisas.