María Dolores Herrera Arranz nació un 30 de junio de 1935 en Valladolid. Miguel Delibes Setién (1920-2010) nació y murió en la misma ciudad que Lola Herrera. En los últimos 40 años los une un personaje en común: Carmen Sotillo. Menchu es la protagonista de Cinco horas con Mario, una de las obras cumbre del novelista español, escrita en 1966. En pleno centro histórico de Madrid, el Teatro Bellas Artes sirve como excusa, en este noviembre invernal, para contemplar a una verdadera depredadora de las tablas.
Durante una hora y media, la actriz vallisoletana, nos conduce por un carrusel de emociones y sentimientos. Las cinco horas que pasa con el cadáver de su marido expresan dolor y risa, ironía y complicidad, confesiones y reproches. Se sienta y le habla. Camina alrededor del cajón y le habla. Se distancia y le habla. Por momentos en un tono íntimo; en otros, la frustración hace acto de presencia. Ella sola. Un ataúd. Un escritorio y la máquina de escribir. Cuatro sillas. La iluminación que acompaña ciertos momentos.
¿¡En serio esta mujer tiene 86 años!? Cinco minutos (por reloj) de ovación alcanzan para comprender la magnitud de una profesional que ama lo que hace. No existe otra forma. No puede haberla. Uno puede tener talento, estudios, experiencia pero donde haya actitud, esfuerzo, constancia y pasión, que se quite el resto. Seguro que ha habido momentos dulces y otros no tanto. Seguro que, durante tanto camino andado, ha habido dudas pero todo ello no ha conocido el significado de la perseverancia.
¿Podemos afirmar que Lola Herrera pone responsabilidad, capacidad, automotivación, autogestión y simplificación? Ella sola se “come” el escenario donde la eficiencia y eficacia desbordan profesionalidad. Imagino a todo el equipo que la rodea y, con especial atención en la dirección de Josefina Molina, rendidos para aportarle toda clase de ayuda. Imagino también a una profesional adulta y madura que se ha responsabilizado de su propio crecimiento y no lo ha dejado en mano de terceros.
Si llevamos la experiencia y aprendizaje, de esta enorme artista, a nuestro día a día laboral, ¿qué habilidades o competencias deberíamos valorar para ser personas y profesionales eficaces? Teniendo en cuenta que, diariamente, en todas las empresas existen un sinfín de casuísticas positivas y otras no tanto, podemos mencionar y considerar lo siguiente:
- No caer en el victimismo
- Ser proactivos
- Definir metas y objetivos relevantes y realistas
- Priorizar y centrar la actividad en el logro de los objetivos
- Poner esfuerzo y tenacidad
- Simplificar
- Centrarse y concentrarse en el presente
- Aceptar la realidad, y a uno mismo, tal y como es
- Ejercer trabajos acordes con las capacidades de cada uno
- Promover el autodesarrollo
- Mostrar una actitud positiva
- Retarse y exigirse
- Aprender de los fracasos
- Buscar la autogestión
De forma consciente o no, imagino a Lola Herrera “practicando” todas y cada una de estas habilidades y competencias para haber llegado a donde está y haberse sabido mantener tantísimos años. Cuando se admira a una persona de este calibre recordar estas 14 características debe ser un compromiso moral con uno mismo. Mucha inteligencia emocional pero sin olvidar el esfuerzo y la tenacidad. Sin ellos, será imposible alcanzar nuestros objetivos.