José Domingo Castaño Solar nació en Galicia un ocho de octubre de 1942. No sé por qué tenemos la costumbre (muy sana por cierto) de hablar de esta tierra hermosa, nostálgica y con tantas historias de migración como pocas, como si cada rincón, aldea o pueblo fueran uno. Como fuese, Lestrove (Dodro, La Coruña), vio llegar a este mundo a Pepe aunque Padrón lo adoptó desde muy pequeño. Hablar de Pepe Domingo es como hablar de un familiar. Era de mi familia sin saberlo. Esa familia que se elige.
Hace 22 años, cuando llegué a vivir a España, me traje una costumbre que me acompañará hasta que vuelva a escuchar a Pepe en las ondas de ese cielo al que todos iremos a reencontrarnos con los “nuestros”; esa costumbre, “escuchar” la radio, me llevó a encenderla a la mañana siguiente de mi primer día en un Valladolid de un mes de mayo antes de, seis meses después, mudarme a Madrid. Luis del Olmo sonaba en Onda Cero Radio y fue mi primera voz. ¿A quién escuchar en deportes?
Algún familiar me recomendó ir directo a la Cadena Ser. El “Carrusel Deportivo” me descubrió otra forma de vivir el deporte en general y el fútbol en particular. ¿Y qué es lo que más me ha quedado de aquella época? Un grito de guerra desde… ¡la publicidad! Una locura pensar que los avisos estuvieran fusionados con las noticias o el relato de un partido cualquiera. Pero ahí estaba: ¡¡¡Pepe, un purito!!! ¿Cómo no escucharlo? ¿Cómo no seguirlo cuando se mudó a la Cadena COPE?
Cuando hablamos de comunicar, conectar con el receptor (los oyentes, en este caso) es esencial. Es magia. Es atención plena. Es querer que llegue la Liga, la Champions o cualquier deporte como excusa para escuchar, para divertirte con esos personajes que salen por el altavoz de la radio. Hasta que un día te das cuenta que ya no son más unos periodistas que te cuentan noticias. Te das cuenta que son tu familia. Quizá ellos no logren comprenderlo pero son TU familia. Y Pepe Domingo, el líder espiritual.
Este pasado domingo 17 de septiembre, Pepe decidió cambiar de aires. No se acaban las palabras. Siguen y seguirán con su “familia” de Tiempo de Juego y con quienes escuchamos y amamos la radio. Decidió cambiar de aires el día del fútbol por excelencia. Nunca había visto una demostración unánime de afecto por una persona. Nunca me había emocionado tanto por un hombre que no conocí en persona pero era escucharlo y prestar atención; sobre todo cuando hablaba a los más jóvenes.
Los grandes no se van nunca. Siguen en nuestros corazones. Si lo buscas, Pepe Domingo está ahí. Con esas ganas y energía que transmiten vida. Ese pelo blanco y sus gafas azules. Su voz como un sonido imprescindible. No; un tipo como Pepe no se va nunca. En un mundo tan necesitado de ganas de vivir y alegría, él marcaba el camino. Hoy lo sabemos más que nunca. “Felicidad, una palabra que la empleamos poco. Y que es la base de la vida”. Nunca serán suficientes las gracias por tanto, Pepe Domingo.