Pensando en estos tiempos pasados de coronavirus, actual guerra de Ucrania, otra entre Israel y Hamás, varias regionales que no tienen protagonismo y una crisis económica que nos acompaña desde 2007, antes, no estábamos bien. Podríamos decir que estamos en una era que deambula por la adolescencia y ya sabemos lo que trae de sí esta época del ser humano. Si siguiéramos los cánones normales, la vida adulta nos debería traer cierta estabilidad. Pero la naturaleza juega su propio juego.
En julio de 2008, Josep Guardiola i Sala, asumió como entrenador del F.C. Barcelona. Estuvo hasta junio de 2012. Cuatro años. 14 títulos. Tuvo el mando y su equipo se forjó en base a la filosofía heredada (todo hay que decirlo) de Johan Cruyff pero con el sello de Pep. El de Sampedor contó con un grupo de jugadores únicos en un lapso de tiempo único y supo ver, desde “La Masía”, la proyección de hombres como Xavi, Iniesta, Piqué, Puyol, Valdés, Pedro, Messi o Busquets. La naturaleza jugó su propio juego.
Jugadores que venían con una cultura no sólo de juego sino de espíritu de equipo, de trabajo, de solidaridad, de compañerismo, de valores. La superación de un cáncer de Éric Abidal y su titularidad en la final de la Liga de Campeones el 28 de mayo de 2011, en un partido memorable en Roma contra el Manchester United, nos mostró un claro ejemplo de equipo: Puyol le cedió la cinta de capitán y que fuera el francés quien levantara la copa. La grandeza de un equipo de personas se ve en estos casos.
Guardiola tenía (y tiene) una clara idea de su estilo: asumir el protagonismo; y no lo hay sin asumir riesgos. El riesgo como filosofía. Víctor Valdés lo comprendió claramente y tuvo licencia para equivocarse y lo hizo varias veces sin que el estilo se negociara. Se podría argumentar que con los jugadores que tuvo no era complicado brillar como lo hizo uno de los mejores equipos de la historia del fútbol mundial pero puedes tener a los mejores que si no los sabes gestionar… También la historia está llena de estos casos.
Luego de leer y ver a tantísimos responsables de áreas hacer sus lecturas sobre estos últimos tres años, hay algo clave en el mundo profesional: más que nunca, orientación a las personas. Gestionar con personas y no “a” personas. Debemos comprender que una actitud conservadora es inviable ante una crisis. Eso nos hará menos confiables, más dubitativos y perderemos confianza en nosotros mismos. Cada uno a su manera pero encontrando una filosofía para asumir riesgos, medidos pero asumirlos. Saber de quién rodearse; con quién andar este camino. Incluso con quién no.
El deporte, como en muchas ocasiones, nos deja lecciones. Decía Guardiola que si su Barça, dentro de 20 años se recuerda cómo jugaba, entonces habrá tenido éxito más allá de las frías estadísticas. Eso mismo podemos trasladar a nuestra realidad: el cómo salgamos de esta excepcional crisis será vital para volver a una senda de crecimiento desde la confianza individual para que sea social. ¿Cómo nos recordaremos dentro de 10 años? El futuro, por muy turbio que vivamos este presente, se construye hoy.