Intento escribir artículos atemporales; de esos que puedes volver a leer una y otra vez en cualquier espacio, en cualquier tiempo. Algunos están vinculados a hechos o realidades inmediatas y el recuerdo, en su relectura, rememora instantes precisos y preciosos.

Un día, por temas laborales, llego a la estación del AVE en Zaragoza. Delicias, por si no lo sabes, es el lugar de España donde se fabrica el frío de nuestro país… Fue el primer tren desde Madrid, con destino a la capital aragonesa, por lo que desayuné en la cafetería “móvil” de la Alta Velocidad Española. Mientras escuchaba la radio y leía alguno de los periódicos, “El Mundo” me mostró su revista “Actualidad Económica” de los lunes (día de mi viaje) y una sencilla pero interesante base de datos de 2.500 empresas de nuestro territorio. Los comerciales (incluso como formador y consultor no pierdo la costumbre) tendemos a querer tener información actualizada de nuestros clientes o potenciales.

Una vez que subí hacia la salida, busqué el kiosco de prensa para comprarme dicho periódico y, como no recordaba dónde estaba, caminé en dirección de una señora de la limpieza de la estación. Cuando estoy a su lado, le doy los buenos días y nada. Unos segundos después, descubro que tenía puestos sus auriculares. Sólo cuando me hice “visible” para ella se quitó uno de ellos y volví a saludarla y preguntarle si, por favor, me indicaba dónde podía comprar la prensa. Sin mediar saludo alguno me indicó la dirección aclarándome que no iba a estar abierto. Se colocó el auricular y volvió a su mundo.

Eran las 07:45 h y dudé. A esa hora, ya se vende prensa y más en una estación como Delicias. Llegué a mi destino. Entré y cogí El Mundo. Vi su precio, me acerqué a la vendedora, que estaba hablando con la dueña de una de las tiendas de al lado, y le dejé el euro con 70 céntimos. Ni el dinero, ni mis buenos días interrumpieron la charla animada entre ambas mujeres.

¿En serio nos estamos resignando a la mala educación de las personas? ¿En serio, muchas de esas personas, luego se quejan de sus vidas frustradas? ¿En serio mucha gente sigue buscando un trabajo fijo para toda la vida como si eso fuera el paraíso prometido? ¿En serio creemos que la educación no tiene que ver con la motivación de las personas? En su maravilloso libro “El círculo de la motivación”, nuestro brillante Valentín Fuster (cardiólogo del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, entre otras cosas), revela y relata hechos basados en su experiencia diaria de varias décadas donde la muerte (o la cercanía de ella), nos pone a todos en nuestro sitio y nos iguala. De absoluta recomendación, empiezo a pensar que deberían ser de obligada lectura, algunas publicaciones para almas perdidas en busca de salir de sus zonas de frustración donde un día entraron, sin saber ni cómo ni porqué, pero que fue el momento en el que comenzaron a olvidarse de ellas mismas.

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