Ninguna formación es igual a otra ya que cada sesión se realiza con personas. Somos particulares, únicos. Como formador y consultor, me enriquezco con cada participante. Sea en una multinacional o en una pyme. Con alta dirección, mandos intermedios o nivel operativo. Me gusta observar la motivación intrínseca que emana de lo más profundo de una persona como de las expectativas (motivación extrínseca) que se crea ésta ante una propuesta formativa. ¿Cómo es ese momento en cada participante? Motiva el reto.

En una misma sala pueden confluir ambos tipos de motivación. Trasladar esta visión a los responsables de las organizaciones es fundamental para que haya un posterior seguimiento de las acciones formativas. Si así no se hace, lo hecho en la sesión se desvanece con las semanas. Por muy dinámica, divertida, ingeniosa, innovadora o creativa que sea una formación, si no tiene una continuidad, en el día a día, no habrá sido productiva. Un proyecto de medio o largo plazo es lo ideal.

Aquí es donde me gusta focalizarme y trasladar a la dirección la importancia de su papel. El learning by doing (se aprende haciendo) está muy bien pero cómo vamos a trabajar para que lo aprendido “pase a la acción”. Hay empresas que lo ven y otras que no. Hay empresas que consideran esto un gasto y otras una inversión. Independientemente de cada visión (respetable, por supuesto), ninguna técnica, maquinaria, herramienta física o virtual va a superar el valor más preciado que tiene una organización: las personas.

Con la pandemia, nos hemos encontrado con una solución de emergencia: la virtualidad de las formaciones. Casi dos años después, observo en ella un interesante complemento excepcional pero, para nada, algo realmente productivo. El trabajo en remoto ha llevado a las empresas a tomar esta medida de urgencia (la pandemia tiene sus tiempos y estaremos en “constante” urgencia en este sentido) y el exceso de utilización del ordenador ha generado una línea invisible entre el uso individual y profesional.

En mis formaciones y consultorías (y comentarios con personas responsables de departamentos y consultoras) constato algo muy obvio: la multitarea, sobre todo virtual, lleva a la dispersión y ésta a la falta de productividad, ansiedad, estrés y silenciosos conflictos internos. ¿Existe una fórmula mágica para esto? No. Sí podemos trabajar en la motivación de las personas pero primero en quienes gestionan equipos. Si estos líderes o jefes no conocen los secretos de la motivación, poco se podrá hacer.

Paul Pintrich (1953-2003) fue un psicólogo educativo estadounidense; comprobó que, además de ser más placentero hacer algo porque agrada, la motivación intrínseca correlaciona positivamente con el aprendizaje, el motivo de logro y la percepción de competencia. Una motivación intrínseca elevada disminuye la ansiedad. Pero la gente no siempre genera su motivación desde el interior y por eso hay que comprender los factores externos que la mueven; cuáles son esos estímulos o expectativas.

Una persona motivada hace que todo ocurra. ¿Cómo se profundiza en la motivación de una persona? Ese es mi gran reto e ilusión de cada día y que trato de transmitir, sobre todo, a quienes tienen responsabilidad de gestionar equipos. Colaborar con todos los estamentos de una organización para que las personas encuentren “su lugar” y sean protagonistas de su día a día. Cuando hablamos de tiempos complejos como los que vivimos, el reto de motivar es diario. Aquí es donde surge mi motivación intrínseca.

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